Lo sentí; no fue una separación,sino un desgarramiento;quedó atónita el alma, y sin ningunaluz, se durmió en la sombra el pensamiento.Así fue; como un gran golpe de vientoen la serenidad del aire. Ufano,en la noche tremenda,llevaba yo en la manouna antorcha con que alumbraba la senda,y que de pronto se apagó: la oscuraacechanza del mal y el destinoextinguió así la llama y mi locura.Ví un árbol a
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