Había una vez un Conejito de peluche realmente espléndido. Era gordito y adorable, como tiene que ser todo conejito; su piel era moteada, tenía bigotes de hilo y sus orejas estaban ribeteadas de satén rosa. En la mañana de Navidad, sobresaliendo del calcetín del Niño, con un ramito de acebo entre sus patitas, estaba encantador.Había otras cosas en el calcetín: nueces, naranjas y un juguete
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